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De ilusión a paciencia forzada
"todo parecía estar “siempre en oferta” y eso me olió raro, como cuando un restaurante pone 10 platos del día y nunca cambia el menú. Al final pedí ..."
Buen colchón, mal servicio posventa
"El colchón es muy cómodo y de calidad, pero el servicio posventa es deficiente."
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Centro hundido, trato frío
7 opiniones
el colchón se hunde justo en el centro y los laterales parecen elevarse. Lo noté en cuanto me tumbé; no es una sensación gradual, es un hueco que condiciona toda la postura. Lo vi por primera vez en la tienda oficial de la marca, me lo enseñó un vendedor y un amigo también lo había recomendado, así que entramos convencidos y salimos con el colchón puesto en casa. Precio: alrededor de 645 euros, supuesta oferta. No barato para lo que ofrece ahora mismo.
Probamos varias cosas para ver si era culpa de la cama. Cambio de somier (nuevo), mediciones de nivel hechas por el técnico que enviaron, incluso pasamos una semana durmiendo con él en el suelo para descartar que el bastidor influya. Resultado: la deformación sigue ahí, bien marcada en el centro. El técnico, después de sacar su nivel y mirar mucho, dijo que era culpa del somier. La tienda, por su parte, dice que no se responsabiliza y anuncian que si el colchón está bien habrá que abonar 40 euros por la visita del técnico. Ese detalle de cobrar la visita si todo va bien te deja claro quién arriesga.
La sensación al usarlo es incómoda: girarte se vuelve una maniobra, evitas moverte para no caer al hueco, y al despertar te encuentras con tensión en la espalda. Es algo físico, no una apreciación subjetiva. Me gustaría que lo cambiaran sin discusión; me ofrecieron cambiar el somier y, aun con el somier nuevo, el defecto persiste.
Han pasado meses y la misma respuesta: no nos hacemos cargo. A estas alturas pienso en medidas legales, con todo lo que eso conlleva —tiempo, gastos— y me deja agotado. Me fastidia que una compra hecha en un punto de venta oficial termine así: producto con fallo aparente, servicio que dilata y costes ocultos por resolverlo. No busco dramatizar, sólo una solución razonable: que lo reparen o lo sustituyan. Si no, tocará llevarlo más lejos.
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Centro hundido, trato frío
el colchón se hunde justo en el centro y los laterales parecen elevarse. Lo noté en cuanto me tumbé; no es una sensación gradual, es un hueco que condiciona toda la postura. Lo vi por primera vez en la tienda oficial de la marca, me lo enseñó un vendedor y un amigo también lo había recomendado, así que entramos convencidos y salimos con el colchón puesto en casa. Precio: alrededor de 645 euros, supuesta oferta. No barato para lo que ofrece ahora mismo.
Probamos varias cosas para ver si era culpa de la cama. Cambio de somier (nuevo), mediciones de nivel hechas por el técnico que enviaron, incluso pasamos una semana durmiendo con él en el suelo para descartar que el bastidor influya. Resultado: la deformación sigue ahí, bien marcada en el centro. El técnico, después de sacar su nivel y mirar mucho, dijo que era culpa del somier. La tienda, por su parte, dice que no se responsabiliza y anuncian que si el colchón está bien habrá que abonar 40 euros por la visita del técnico. Ese detalle de cobrar la visita si todo va bien te deja claro quién arriesga.
La sensación al usarlo es incómoda: girarte se vuelve una maniobra, evitas moverte para no caer al hueco, y al despertar te encuentras con tensión en la espalda. Es algo físico, no una apreciación subjetiva. Me gustaría que lo cambiaran sin discusión; me ofrecieron cambiar el somier y, aun con el somier nuevo, el defecto persiste.
Han pasado meses y la misma respuesta: no nos hacemos cargo. A estas alturas pienso en medidas legales, con todo lo que eso conlleva —tiempo, gastos— y me deja agotado. Me fastidia que una compra hecha en un punto de venta oficial termine así: producto con fallo aparente, servicio que dilata y costes ocultos por resolverlo. No busco dramatizar, sólo una solución razonable: que lo reparen o lo sustituyan. Si no, tocará llevarlo más lejos.
De ilusión a paciencia forzada
1 opiniones
todo parecía estar “siempre en oferta” y eso me olió raro, como cuando un restaurante pone 10 platos del día y nunca cambia el menú. Al final pedí dos colchones, dos somieres y dos sofás cama; primeros en llegar los colchones y somieres, sí, pero con pegas.
Los colchones tardaron un mes, y los sofás siguen sin tela después de mes y medio: según ellos, falta material. Vale, entiendo que las cosas se atrasen, pero ¿en serio te plantas con dos sofás de dos modelos y no hay tela? Si tuviesen más variedad ya ni me lo imagino. Empecé a pensar si me estaban tomando el pelo; llegué a plantearme pedir la devolución si pasaban dos meses.
La calidad de los colchones es otro capítulo: antes tenían varias capas protectoras y una construcción consistente, lo notaba con los años. Esta vez compré uno muy caro “en oferta” y resulta que es de una sola cara. Se nota una bajada en acabados y en la sensación general; no es un desastre total, pero se queda corto para el precio que te venden (y más si lo pintan como un súper descuento).
Los somieres y las patas vinieron rallados, faltaban tuercas y los repartidores tenían muy mal rollo. Nos insistieron en montar ellos, pero vimos el panorama y preferimos hacerlo nosotros. Eso fue incómodo y algo bochornoso. La atención al cliente tampoco ayuda: nadie parece saber nada, te derivan de un lado a otro y al final te mandan a escribir un email; cuando llamas te dicen que no gestionan los pedidos por teléfono, así que ¿para qué dan ese número? Muy confuso.
No todo es negativo: los colchones que conservo de antes siguen bien, y las cosas que llegaron están funcionales; no es que sea un desastre absoluto. Pero hay un claro empeoramiento en organización, acabados y trato. Me deja con sentimiento a medias: podría volver a comprarles si mejoran logística y atención, pero ahora mismo recomendar con convicción no lo haría. En resumen, buena historia antiguamente, ahora bajón, y mucha paciencia requerida.
Detailed Ratings
De ilusión a paciencia forzada
todo parecía estar “siempre en oferta” y eso me olió raro, como cuando un restaurante pone 10 platos del día y nunca cambia el menú. Al final pedí dos colchones, dos somieres y dos sofás cama; primeros en llegar los colchones y somieres, sí, pero con pegas.
Los colchones tardaron un mes, y los sofás siguen sin tela después de mes y medio: según ellos, falta material. Vale, entiendo que las cosas se atrasen, pero ¿en serio te plantas con dos sofás de dos modelos y no hay tela? Si tuviesen más variedad ya ni me lo imagino. Empecé a pensar si me estaban tomando el pelo; llegué a plantearme pedir la devolución si pasaban dos meses.
La calidad de los colchones es otro capítulo: antes tenían varias capas protectoras y una construcción consistente, lo notaba con los años. Esta vez compré uno muy caro “en oferta” y resulta que es de una sola cara. Se nota una bajada en acabados y en la sensación general; no es un desastre total, pero se queda corto para el precio que te venden (y más si lo pintan como un súper descuento).
Los somieres y las patas vinieron rallados, faltaban tuercas y los repartidores tenían muy mal rollo. Nos insistieron en montar ellos, pero vimos el panorama y preferimos hacerlo nosotros. Eso fue incómodo y algo bochornoso. La atención al cliente tampoco ayuda: nadie parece saber nada, te derivan de un lado a otro y al final te mandan a escribir un email; cuando llamas te dicen que no gestionan los pedidos por teléfono, así que ¿para qué dan ese número? Muy confuso.
No todo es negativo: los colchones que conservo de antes siguen bien, y las cosas que llegaron están funcionales; no es que sea un desastre absoluto. Pero hay un claro empeoramiento en organización, acabados y trato. Me deja con sentimiento a medias: podría volver a comprarles si mejoran logística y atención, pero ahora mismo recomendar con convicción no lo haría. En resumen, buena historia antiguamente, ahora bajón, y mucha paciencia requerida.
Llegó tarde y con malas formas
1 opiniones
ya casi habíamos olvidado que lo habíamos encargado. No es broma, la espera y la falta de información te van comiendo la paciencia. Pedimos el colchón Cobalt Hybrid y el somier partido para subirlo por las escaleras sin dramas; imaginaros la sorpresa cuando nos traen todo entero. Ahí empezó todo: porteadores que se comportan de forma poco profesional, comentarios desagradables hacia mi mujer y una sensación de humillación que no sabes muy bien cómo gestionar en el momento. Si yo hubiera estado más rápido, la cosa no habría quedado así, pero tampoco debería pasar que te falten al respeto en tu casa.
A nivel de logística y entrega todo fue un desastre: retrasos continuos, promesas sin cumplir y semanas en las que nadie sabía nada de nuestro envío. Era siempre lo mismo, teníamos que ser nosotros los que llamáramos, insistiendo, pidiendo estado del pedido, llamando a la tienda y esperando que alguien se dignara a responder. Eso cansa, y mucho. No voy a adornar lo que pasó con palabras bonitas: la comunicación fue pésima, y la gestión entre fábrica, logística y transporte fue pésima. En otras compañías he tenido retrasos, sí, pero con llamadas proactivas y explicaciones; aquí todo era silencio hasta que preguntabas.
Cuando por fin el colchón estuvo en casa, empezamos a dormir y en poco tiempo surgieron dolores de espalda y contracturas. No es una exageración, dormir peor que antes con un colchón nuevo no es lo que esperas. Fuimos a quejarnos a la tienda donde lo compramos (la sección del Carrefour del centro comercial La Gavia, en Madrid) y la promotora no estaba localizable. Tardaron días en responder, y cuando lo hicieron fue con una actitud de “ya veremos”. La sensación de no ser escuchado se repitió con la central: te pasan de una persona a otra, con promesas vagas de que te llamarán y, al final, casi tres semanas de espera hasta que Flex se puso en contacto.
Y aquí viene la parte del trato al cliente, que es lo que más me preocupa y por lo que escribo esto: la comunicación telefónica fue fría y, en mi opinión, poco profesional. La persona que me atendió desde Flex mostró una actitud soberbia que no esperaba en un servicio postventa. No es que fuera ruda con insultos, pero sí negaba o ponía en duda mis molestias sin empatía. Comentarios como “a mí también me duele la espalda” o la comparación poco oportuna sobre su propio trabajo me hicieron sentir que mi problema no tenía peso. Me prometieron mandar un técnico, pero ya me avisaron de antemano de que si no encontraba defecto me cobrarían 40 euros por la visita. Eso para mí fue una manera de ponerte a la defensiva desde el primer momento.
Cuando finalmente vino el técnico, todo volvió a ser poco profesional: llegó tarde, sin avisar debidamente, y tuvimos que estar nosotros llamando para saber si vendría o no. Vinieron dos personas, una de ellas con una actitud de chulería y sin el cuidado que cabe esperar en un domicilio. Las mediciones y la revisión que hicieron parecían improvisadas; el técnico dio la vuelta al colchón y fotografió la cara que no mostraba los bultos, como si el truco fuera ocultar lo evidente. Incluso nos increpó sobre el mantenimiento que supuestamente habíamos hecho (la promotora nos había explicado cómo hacerlo en 4 posiciones con tiempo determinado), y en la visita el técnico, levantando la voz, nos dijo que “nos habíais dicho 8 posiciones” y que lo estábamos haciendo mal. Frustrante es quedarse corto para describirlo.
Al final firmé el parte de visita porque no me quedaba otra si quería que quedara constancia, pero la sensación era de trámite terminado sin querer resolver nada. Tuvimos que llamar de nuevo a la central porque no llegaba ningún correo electrónico con el resultado; cuando llegó, el veredicto fue el que ya temía: colchón en perfecto estado según el técnico, y no aplicaban la garantía. No ofrecieron una evaluación de adaptabilidad ni una solución concreta. Tiempo perdido, molestias físicas y un gasto de esfuerzo e ilusión que quedó en nada.
No voy a negar que al final conseguimos vender el colchón como segunda mano y recuperar al menos parte del dinero; eso mitigó el golpe, pero no arregla el trato ni la pérdida de tiempo y salud. En otras empresas con las que he tratado (muebles, electrodomésticos) la gestión postventa es mucho más humana: te llaman, te explican, te ponen opciones y hasta asumen errores. Aquí no fue así, y eso es lo que más me dolió: la falta de responsabilidad y de empatía.
Si alguien está pensando en comprar aquí, que lo haga sabiendo que la entrega puede demorarse y que, si algo va mal, la pelea por resolverlo no será fácil. No busco linchar a nadie, solo contar una experiencia real y bien documentada: errores en la entrega, trato poco profesional por parte del transporte y del servicio postventa, técnicos que no inspiran confianza y una política de garantía que en la práctica no ayuda. Un consejo práctico: lleva todo registrado, insiste por email y por teléfono desde el primer momento y pon atención al comportamiento del personal que entra en tu casa. Nos queda la lección aprendida, aunque preferiría no haberla aprendido así.
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Llegó tarde y con malas formas
ya casi habíamos olvidado que lo habíamos encargado. No es broma, la espera y la falta de información te van comiendo la paciencia. Pedimos el colchón Cobalt Hybrid y el somier partido para subirlo por las escaleras sin dramas; imaginaros la sorpresa cuando nos traen todo entero. Ahí empezó todo: porteadores que se comportan de forma poco profesional, comentarios desagradables hacia mi mujer y una sensación de humillación que no sabes muy bien cómo gestionar en el momento. Si yo hubiera estado más rápido, la cosa no habría quedado así, pero tampoco debería pasar que te falten al respeto en tu casa.
A nivel de logística y entrega todo fue un desastre: retrasos continuos, promesas sin cumplir y semanas en las que nadie sabía nada de nuestro envío. Era siempre lo mismo, teníamos que ser nosotros los que llamáramos, insistiendo, pidiendo estado del pedido, llamando a la tienda y esperando que alguien se dignara a responder. Eso cansa, y mucho. No voy a adornar lo que pasó con palabras bonitas: la comunicación fue pésima, y la gestión entre fábrica, logística y transporte fue pésima. En otras compañías he tenido retrasos, sí, pero con llamadas proactivas y explicaciones; aquí todo era silencio hasta que preguntabas.
Cuando por fin el colchón estuvo en casa, empezamos a dormir y en poco tiempo surgieron dolores de espalda y contracturas. No es una exageración, dormir peor que antes con un colchón nuevo no es lo que esperas. Fuimos a quejarnos a la tienda donde lo compramos (la sección del Carrefour del centro comercial La Gavia, en Madrid) y la promotora no estaba localizable. Tardaron días en responder, y cuando lo hicieron fue con una actitud de “ya veremos”. La sensación de no ser escuchado se repitió con la central: te pasan de una persona a otra, con promesas vagas de que te llamarán y, al final, casi tres semanas de espera hasta que Flex se puso en contacto.
Y aquí viene la parte del trato al cliente, que es lo que más me preocupa y por lo que escribo esto: la comunicación telefónica fue fría y, en mi opinión, poco profesional. La persona que me atendió desde Flex mostró una actitud soberbia que no esperaba en un servicio postventa. No es que fuera ruda con insultos, pero sí negaba o ponía en duda mis molestias sin empatía. Comentarios como “a mí también me duele la espalda” o la comparación poco oportuna sobre su propio trabajo me hicieron sentir que mi problema no tenía peso. Me prometieron mandar un técnico, pero ya me avisaron de antemano de que si no encontraba defecto me cobrarían 40 euros por la visita. Eso para mí fue una manera de ponerte a la defensiva desde el primer momento.
Cuando finalmente vino el técnico, todo volvió a ser poco profesional: llegó tarde, sin avisar debidamente, y tuvimos que estar nosotros llamando para saber si vendría o no. Vinieron dos personas, una de ellas con una actitud de chulería y sin el cuidado que cabe esperar en un domicilio. Las mediciones y la revisión que hicieron parecían improvisadas; el técnico dio la vuelta al colchón y fotografió la cara que no mostraba los bultos, como si el truco fuera ocultar lo evidente. Incluso nos increpó sobre el mantenimiento que supuestamente habíamos hecho (la promotora nos había explicado cómo hacerlo en 4 posiciones con tiempo determinado), y en la visita el técnico, levantando la voz, nos dijo que “nos habíais dicho 8 posiciones” y que lo estábamos haciendo mal. Frustrante es quedarse corto para describirlo.
Al final firmé el parte de visita porque no me quedaba otra si quería que quedara constancia, pero la sensación era de trámite terminado sin querer resolver nada. Tuvimos que llamar de nuevo a la central porque no llegaba ningún correo electrónico con el resultado; cuando llegó, el veredicto fue el que ya temía: colchón en perfecto estado según el técnico, y no aplicaban la garantía. No ofrecieron una evaluación de adaptabilidad ni una solución concreta. Tiempo perdido, molestias físicas y un gasto de esfuerzo e ilusión que quedó en nada.
No voy a negar que al final conseguimos vender el colchón como segunda mano y recuperar al menos parte del dinero; eso mitigó el golpe, pero no arregla el trato ni la pérdida de tiempo y salud. En otras empresas con las que he tratado (muebles, electrodomésticos) la gestión postventa es mucho más humana: te llaman, te explican, te ponen opciones y hasta asumen errores. Aquí no fue así, y eso es lo que más me dolió: la falta de responsabilidad y de empatía.
Si alguien está pensando en comprar aquí, que lo haga sabiendo que la entrega puede demorarse y que, si algo va mal, la pelea por resolverlo no será fácil. No busco linchar a nadie, solo contar una experiencia real y bien documentada: errores en la entrega, trato poco profesional por parte del transporte y del servicio postventa, técnicos que no inspiran confianza y una política de garantía que en la práctica no ayuda. Un consejo práctico: lleva todo registrado, insiste por email y por teléfono desde el primer momento y pon atención al comportamiento del personal que entra en tu casa. Nos queda la lección aprendida, aunque preferiría no haberla aprendido así.
Entrega lenta y responsabilidad difusa
14 opiniones
el colchón y el canapé se ven bien, pero todo el proceso alrededor fue un lío que me hizo dudar de si había hecho la elección correcta. Para poner contexto rápido, fui a la tienda física, hablé con quien atiende y me dijo “unos 10-15 días”. Bien, suena razonable. A los pocos días, al formalizar la compra, la fecha estimada en la confirmación pasó a ser casi un mes después. Lo acepté porque el vendedor insinuó que quizá llegara antes; ya sabes cómo son esas promesas suaves en tienda.
Detailed Ratings
Entrega lenta y responsabilidad difusa
el colchón y el canapé se ven bien, pero todo el proceso alrededor fue un lío que me hizo dudar de si había hecho la elección correcta. Para poner contexto rápido, fui a la tienda física, hablé con quien atiende y me dijo “unos 10-15 días”. Bien, suena razonable. A los pocos días, al formalizar la compra, la fecha estimada en la confirmación pasó a ser casi un mes después. Lo acepté porque el vendedor insinuó que quizá llegara antes; ya sabes cómo son esas promesas suaves en tienda.
Buen colchón, mal servicio posventa
1 opiniones
El colchón es muy cómodo y de calidad, pero el servicio posventa es deficiente.
Detailed Ratings
Buen colchón, mal servicio posventa
El colchón es muy cómodo y de calidad, pero el servicio posventa es deficiente.
Sobre flex
Flex Ltd., antes conocida como Flextronics, es una empresa multinacional singapurense especializada en la manufactura electrónica por contrato. Fundada en 1969, ofrece soluciones integrales de diseño, ingeniería y fabricación a compañías en diversos sectores, incluyendo tecnología de consumo, automotriz, telecomunicaciones y atención médica. Flex opera en más de 30 países, proporcionando servicios que abarcan todo el ciclo de vida del producto, desde el diseño y la prototipación hasta la logística y la reparación posventa. Su modelo de negocio se basa en la flexibilidad y la personalización para satisfacer las necesidades específicas de sus clientes globales.
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Última actualización: 4 de septiembre de 2025
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