Anaya

no volvería a reservar con ellos. Lo que pasó fue: teníamos un viaje para el 25–27 de octubre y nada de información cuando tocaba (48 horas antes, como ellos mismos dicen). Intentamos todo tipo de contacto —llamadas, WhatsApp, Instagram, email— y nada. Al final, 24 horas antes, apareció un correo diciendo que no podían hacer el viaje por causas ajenas y que “quizá” nos reubicarían. Pues no: nos quedamos sin viaje, sin margen para buscar otra cosa y con el tiempo libre tirado. Lo peor no es solo la cancelación, es la sensación de impotencia por no poder hablar con nadie y no saber si vamos a recuperar el dinero. Hemos mandado burofax pidiendo la devolución y, hasta ahora, silencio. Pequeño detalle curioso: el email de disculpa tenía tono casi formal y raro, casi gracioso por lo impersonal... Con otras agencias nunca he pasado algo así, siempre hay al menos un teléfono que responda. En fin, aprendimos a la mala.