L. Serrato

una noche recibí el resumen del banco y vi seis cargos en el mismo día. No exagero, seis. Empecé la historia en pijama, con el móvil en la mano y mucho, mucho fastidio. Lo curioso es que no recordaba haber pulsado nada raro, así que empecé a tirar del hilo.
La experiencia con el “perfil romántico” fue de manual: mensajes empalagosos, frases de despertador, promesas de encontrarnos, todo muy teatral. Al principio me hizo gracia, luego me picó la sospecha y al final me cabreé. Cuando pedí una videollamada, el tipo (o lo que fuera) me mandó un vídeo de dos segundos, frío e impersonal. Vamos, más falso que un billete de tres euros. Buscando imágenes descubrí que las fotos eran de un modelo conocido. Suplantación, probablemente.
Lo que me dejó más tocado no fue tanto el perfil en sí, sino cómo la plataforma “entregó” el servicio: cobran por cada interacción, y lo hacen de forma que parece fácil perder el control. Te meten en una conversación larga, muy larga, y cuando te quieres dar cuenta estás pagando por cada palabra. ¿Eso es entrega de valor? Para mí no. Es una máquina de billetes disfrazada de app de ligar.
En cuanto al soporte, al principio fue la típica respuesta automática: “lo sentimos, revisaremos su caso”. Hice varias gestiones yo misma —mensajes, llamadas, capturas— y, sorpresa, respondieron. No fue inmediato ni eficiente, pero tras insistir me devolvieron una parte del importe. No fue todo lo que pedí, ni lo que merecía, pero sí fue algo. Así que entre rabia y alivio, acabé un poco agradecida porque al menos reconocieron parte del problema. Aun así, la sensación de que el sistema está pensado para sacar dinero, no para ayudar al usuario, quedó.
He tenido experiencias peores con otros servicios y también mejores, por eso comparo: hay empresas que arreglan, que te devuelven y, sobre todo, que te hacen sentir escuchado. Aquí el camino fue más a trompicones, con bastantes correos y sudores.
Si vas a usar esta plataforma, ve con cuidado. Guarda capturas, controla los pagos y no te dejes llevar por mensajes bonitos. Me quedo con un alivio a medias: me devolvieron algo, sí, pero me salió caro en tiempo y en paciencia. Y en dinero, claro. Aprendizaje dejado en la cuenta corriente y en la lupa del próximo login.