Salgado

nos reubicó y nos dejó juntos. Ese fue el momento —cuando me dijeron que las habitaciones estaban una al lado de la otra— en que pensé “ok, esto pinta bien”, y la sensación se mantuvo. Cogimos todo incluido por comodidad, aunque la verdad no lo exprimimos; pasamos los días pateando la isla y solo desayunamos y cenamos allí. El buffet está bien, variado, pero noto que no tiene tanta amplitud como otros hoteles de la misma cadena donde hemos estado antes (no es un drama, solo lo comento). Lo más destacable fue el equipo de limpieza: impecables, la habitación siempre presentable, todo en su sitio —y eso para alguien con problemas de espalda es oro, porque había calma y orden para poder descansar. Hubo un bache el miércoles por la tarde con unas chicas de recepción que no estuvieron muy amables y nos dejó un poco fríos; ahí salió mi vena crítica otra vez, pero por suerte Juanfra volvió a arreglar las cosas y se notó la diferencia. Antes del vuelo no nos dieron habitación de cortesía, lo que fue un incordio, aunque nos dejaron usar duchas comunes y lo agradecimos. En resumen, empecé dudando y terminé contenta: personal atento en general, limpieza top y la isla ayuda mucho a que todo se disfrute.